El último esclavo en Palencia

En 1815 fue puesto en libertad el último esclavo registrado documentalmente en la ciudad de Palencia. Se llamaba Bruno Hugalde y era un hombre de 27 años nacido en Puerto Rico. La libertad le fue concedida por sus propietarios, los hermanos Nicolás y Julián Mollinedo, canónigos de la Catedral palentina.

JAVIER DE LA CRUZ

La esclavitud existe, al menos documentalmente, desde el periodo conocido como Historia Antigua. Siglos después, el inicio de la presencia europea en África y sobre todo el descubrimiento de América y la explotación de sus recursos, generó un flujo de esclavos negros hacia el nuevo continente. Mientras en Europa disminuía el número de esclavos, en América aumentaba.

En Palencia hay varios casos de esclavitud que, por diversos motivos, han quedado recogidos en documentos y aparecen citados en los archivos. En el año 1500, por ejemplo, el corregidor de Palencia encausó a varios vecinos de Becerril por haber ayudado a escapar al esclavo Pedro Benito, propiedad de Fernán Pérez. De 1527 es otro pleito interpuesto por Juan de Roa, en el que exigía al abad de Lebanza que le restituyese el valor de un esclavo. Algunos años más tarde, en 1581, aparece otro pleito, esta vez sobre Alonso de Bahambre, un esclavo morisco liberado que había sido propiedad del cura de Astudillo.

La venta de esclavos generó también su propia documentación judicial, al producirse desacuerdos o impagos. Así, el vallisoletano Francisco Arias demandó en 1516 al palentino Francisco Gómez, exigiéndole la devolución de una esclava por la que aún no le había pagado. Juan de Guaza, vecino de Fuentes de Nava, denunció a su vez en 1518 haber sufrido un fraude por la venta de una esclava por parte de Arias de la Cueva, vecino de Villada. En 1524, Alonso Ruiz Nebro, de Palencia, demandó igualmente al salmantino Álvaro Maldonado, mercader de esclavos. La causa era un fraude sufrido en la venta de una esclava negra. De 1583 data otro pleito planteado por Juan Pérez de Loaisa, quien reclamó cien ducados a Agustín Delgado por la venta de un esclavo. En otros casos, el problema radicaba en que no era reconocida la libertad concedida al esclavo, como le sucedió a Isabel Quirós, a quien Bernardino de Zabarcos, vecino de Palencia, reclamaba como esclava de su propiedad. En su defensa salió su curador, Diego de Villamartín, vecino de Becerril.

Hubo que esperar a 1837 para que España aboliese la esclavitud, aunque la norma dictada entonces afectaba sólo a la península. En consecuencia, la práctica de la esclavitud continuó perviviendo en las colonias que el país conservaba de su antiguo imperio, Cuba y Puerto Rico. El 3 de enero de 1873 el Ayuntamiento de Palencia envió un telegrama al Gobierno con el fin de apoyar la propuesta que en ese momento se estaba estudiando para poner fin a la esclavitud en Puerto Rico. Finalmente, la esclavitud desapareció en ese país el 25 de marzo de 1873. En Cuba se abolió más tarde, el 17 de febrero de 1880. Desaparecía así la condición de esclavo en el territorio de la Corona española.

El último esclavo de Palencia

Gracias a la escritura de manumisión que en 1815 le concedieron sus dueños, los hermanos Nicolás y Julián Mollinedo, conocemos la identidad del último esclavo de la ciudad de Palencia, Bruno Hugalde de Mollinedo. Natural de Puerto Rico, en el momento de su liberación tenía 27 años. Era de raza negra, ojos también negros y pelo oscuro y rizado. Medía algo menos de un metro y sesenta centímetros y era hijo de esclavos, de ellos había heredado su condición. Originariamente era propiedad de Manuela de Mollinedo, hermana de Nicolás y Julián. Ésta lo cedió a su sobrino, Félix Hugalde de Mollinedo, el cual se trasladó a Palencia con él. A su fallecimiento, fue entregado a Nicolás y Julián, a quienes sirvió durante siete años.

Para su liberación, los hermanos alegaron que se había convertido a la fe católica y que estaba bautizado, además de hacer referencia a los buenos servicios prestados. Desconocemos si eran reales estos motivos, lo cierto es que en esas fechas resultaba anacrónica la existencia de un esclavo en la ciudad. Su condición, además, no debía ser una propaganda muy favorable para la carrera eclesial de los hermanos Mollinedo, ambos canónigos en la catedral, entre otros cargos. Hay que suponer que, tras recibir la manumisión, Bruno Hugalde de Mollinedo abandonó la ciudad, pues no hemos localizado ninguna referencia a su persona en los censos de población. Es probable que no quisiera vivir en una ciudad en la que le pudiesen recordar su antigua condición de esclavo, motivo por el cual debió elegir cambiar de lugar de residencia.

Para más información: Palencia. Momentos, personajes y lugares para la historia (1808-1935)